y mi amigo se cogio a mi mujer

Silvia y yo estábamos recién casados prácticamente cuando invitamos a un amigo mio a cenar a casa. Marcelo y yo nos conocíamos desde la adolescencia y ahora con 28 años teníamos muchas cosas que contar de nuestro haber de fechorías de todo tipo. 
Durante el noviazgo varias veces se lo mencione a mi esposa y le conté sin muchos detalles algunas aventuras sexuales que habíamos compartido. Ella no se intereso demasiado en su momento pero cuando le dije que lo había invitado a cenar me pareció ver un destello de curiosidad divertida en su expresión. 
-¿Qué pasa? Pregunte 
-Nada. Me acorde de algo que me contaste. 
-¿De que te acordaste? Pregunte curioso. 
- Nada. No importa. Dijo ella y se fue a la cocina. 
-No ahora decime. Insistí 
-Nada, esa vez que estuvieron en esa quinta con pileta con varias chicas y?bueno ya sabes. 
-Jajaja Cierto. Eso si fue divertido. Y caliente. ? Dije yo abrazándola y besándola en la boca. 
Silvia era una chica de 25 años, morena, piel trigueña, delgada y con buen culito y un par de tetas redonditas y pulposas. Cuando nos abrazamos las sentí firme sobre mi pecho y no pude evitar que se me parara la pija. 
De pronto se me ocurrió una pregunta. 
-¿Y por qué te acordaste justamente de eso? 
- jajaja Porque me mostraste una foto. Te acordas que hicimos un comentario. 
Claro ya me daba cuenta porque Silvia se acordaba de ese momento. En la foto se ve a mi amigo completamente desnudo con su pija en primer plano mientras una de las chicas se la chupaba. Cuando Silvia la vio no pudo evitar el comentario. 
-Que macho mas lindo. Había dicho. 
La mire haciéndome el enojado. 
-Ah así que te acordas de eso. No te da vergüenza. 
-No. Dijo ella riendo mientras se alejaba nuevamente meneando su colita respingona. 

Esa noche fue la cena. Marcelo llego a la hora prevista a pesar de la lluvia torrencial que había comenzado una hora antes más o menos. 
Marcelo y yo siempre habíamos sido de realizar deportes así que teníamos cuerpos musculosos sin exageraciones, bien desarrollados, pero hacia como dos años yo había dejado de cuidarme por mi trabajo sedentario de oficina, pero el a las claras seguía cultivando la practica del ejercicio físico. 
Después de las presentaciones todo transcurrió relajadamente. Comimos, charlamos, bromeamos, todo normal salvo? Había sorprendido alguna mirada traviesa de Silvia en algún momento mirando a Marcelo de arriba a bajo. Me reí para mis adentros y pensé que tal vez quería comprobar el tamaño de la verga de mi amigo, adivinándola a través de la ropa. 
Después de comer nos sentamos en el living y seguimos tomando. En la comida había sido vino y ahora le dábamos a la cerveza. Los tres nos pusimos ?alegres? y nos reíamos por cualquier cosa. 
Marcelo se levanto del sillón y tambaleándose nos dijo que se iba. 
-No, estas loco. Esta lloviendo a cantaros y vos no estas en condiciones. 
-Quédate a dormir. Te preparamos el sofá. 
Finalmente así fue. Silvia y yo nos fuimos al dormitorio y Marcelo se acomodó en el sillón del living. Cuando nos acostamos sonaron los truenos y Silvia se apretó contra mí en la cama haciéndome sentir una vez más sus tetas a lo que mi verga respondió rápidamente. Mientras nos besábamos Silvia la busco con sus mano y comenzó a pajearme hasta ponérmela bien dura. Entonces la busco con la boca y me la chupo divinamente. Cruzo por mi mente la foto de Marcelo desnudo y me pregunte si se estaría calentando pensando en ella. 
-Que bien que la chupas, mi amor. 
- Mmmm. Me gusta. Dijo ella sin sacarse la verga de la boca. 
-No se habla con la boca llena. Bromee yo. 
Esto hizo reír a Silvia y entonces se acercó a mi y nos besamos mientras ella se acomodaba para cabalgarme. 
Marcelo tosió en el living. Eso nos sobresalto por un momento. 
-Cierto que no estamos solos. Dije yo. 
-Ya sé que no estamos solos. Dijo ella ya con mi pija totalmente dentro de su concha con una sonrisa picara. 
-¿Que significa eso? Dije yo intrigado. 
-Nada. Eso que no estamos solos. 

Mas tarde la casa en silencio atestiguaba que todos dormíamos. La lluvia caía incesante y un relámpago ilumino toda la habitación despertándome. El trueno no se hizo espera. 
Estire la mano buscando a Silvia y no la encontré. Supuse que había ido al baño y me quede quieto esperando su vuelta. Medio aturdido mi mente me llevo otra vez a la foto de Marcelo y entonces una idea se hizo patente que me despertó totalmente. 
Me baje de la cama y silenciosamente salí de la habitación. Cuando llegue al living comprobé que Marcelo tampoco estaba en el sofá. Fui a la cocina y tampoco había nadie. Lo único que quedaba por revisar era la habitación de servicio que en realidad la usábamos para guardar cosas que no teníamos lugar donde ponerlas. 
Me acerque a la puerta y la luz estaba encendida y la puerta entornada. Me asome despaciosamente. 
En el piso sobre una bolsa de dormir estaban los dos completamente desnudos. 
Se besaban con lenguas desesperadas y Silvia le acariciaba los huevos y la enorme pija de Marcelo totalmente erecta. 
-No esta bien esto. Decía Marcelo 
-Ya se pero no aguanto mas. Quiero que me hagas tuya. 
-Mejor terminemos acá. Nos podemos arrepentir. 
Todo esto dicho entre feroces besos y manoseos salvajes que no dejaban de tocar una sola parte de ambos cuerpos. 
-Estas segura de hacerle los cuernos. 
-No, pero estoy muy caliente y te quiero adentro mio. 
En ese momento amague a entrar para interrumpirlos pero un suspiro entrecortado de ella me detuvo. 
Marcelo no dudo más y poniéndose encima de mi mujer la penetro con su palo enorme. Ella jadeaba a mediada que recibía a su nuevo macho pero trataba de relajarse para ayudarlo a la penetración. 
Después de unos minutos Marcelo estaba totalmente dentro de la concha de Silvia y comenzaba a bombear. 
Mi mujer acostada abajo exhibía sus hermosas tetas y sus piernas bien abiertas mientras Marcelo con su musculado cuerpo iba y venia sobre ella. 
-Querías esto. Dijo el 
-Si. Desde que entraste hoy por la puerta. Ella abrió la boca y el la beso profundamente sin dejar de moverse. 
Era una imagen terriblemente sensual y me producía sentimientos encontrados: calentura y celos. 
Silvia le entrega a la boca de su macho sus hermosas tetas mientras se arqueaba de placer penetrada por esa carne dura que latía dentro de ella. Marcelo acelero el ritmo y ella se sacudió en un temblor de placer. Clavando sus uñas en la espalda poderosa de mi amigo reprimió el grito y jadeo fuerte, aceleradamente. Tenía su primer orgasmo. 
Cuando termino cambiaron de posición y ella se sentó sobre el para cabalgarlo. La imagen de esa poderosa pija penetrando a mi mujer se presentaba con todo detalle desde la puerta. Una vez que la acomodo dentro de ella, Silvia comenzó a subir y bajar sobre el palo de mi amigo mientras él le acariciaba las nalgas, los pechos. Pude ver como Silvia detuvo su movimiento y comenzó a contraer y relajar su sexo abrazando con ella la pija de Marcelo. Siguió luego el sube y baja hasta que el sacudón indico un nuevo orgasmo que duro hasta caer sobre su macho. Ahí se besaron nuevamente y Marcelo se acomodó entrando y saliendo de ella a punto de expulsar su leche. 
-Voy a acabar. Le aviso. 
-Si hacelo. Dame tu leche hijo de puta. Bramo ella agitada. 
Y entonces decidido Marcelo le introdujo hasta el fondo la verga y bombeando pude advertir cuando comenzó a vaciarse en la concha de mi mujer. Ella se quedo quieta permitiéndole hacerlo. 
Se podía ver la llegada de la leche por la verga de mi amigo ya que estaba para mi en primer plano y la veía hinchada, latiendo. Me calenté sobremanera y me fui al baño a pajearme con desesperación. 

Un rato después mi amigo estaba en el sofá por lo que supuse que Silvia estaría en nuestra cama. Así era. Dormía plácidamente y satisfecha. Pensé en lo puta que era aunque no sabia si enojarme o alegrarme y disfrutarlo. Lo cierto es que mi amigo se había cogido a mi mujer y eso me causaba sentimientos múltiples. La lluvia caía ahora mas calma y poco a poco me quede dormido. 

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