Gimnasio II

Cerré el local lo más rápido que pude, entre los besos y caricias de Mia, para emprender la caminata hacia su casa. Caminamos abrazados y continuamente besándonos, en cada esquina nos deteníamos para dar paso a los abrazos y caricias con cada semáforo. 
-No aguanto más Ignacio, quiero sentirte ya mismo. 
-Yo igual, ¿falta mucho? 
- No, dos cuadras. Pero me parecen dos kilómetros. 
El semáforo nos dio permiso para cruzar la calle. A los cincuenta metros, de repente se detuvo frente a una casa con un pórtico y carente de luminosidad. No circulaba nadie por la calle ni se escuchaban movimientos de personas ni de autos. 
-Seguime, quiero averiguar que tan caliente estas. 
- ¿Esta es tu casa? me dijiste que faltaban dos cuadras. 
- no, no es mía, pero podemos hacer algo, jajajaja. 
En mi cabeza no podía creer lo arriesgada que era ella, si no me equivocaba planeaba hacer algo en ese pórtico, lo que no sabia era si tenía planeada una previa o si quería que la tomara ya mismo en ese lugar a la exposición de cualquiera que pase. 
- Vení, Saquémonos algo de la lujuria que tenemos. 
Se acerco a mí, poso sus labios en los míos, yo la rodee con mis brazos y así empezamos a besarnos intensamente sin que nos importe nada más que el placer que producíamos en el otro. Nuestros besos crecían en pasión a medida que transcurrían los segundos, Mia noto que también crecía el bulto entre mis piernas. Nuestras manos comenzaron a moverse, casi con enajenación. Las mías se detuvieron en su cola para sentir lo dura que era, la acariciaba con delicadeza. Ella aún tenía puestas las calzas, introduje mis manos en su interior y sentí la suavidad de su piel. Las de ellas acariciaba mi entrepiernas por fuera del pantalón. 
-Como estas eh, puedo sentir lo dura que esta tu pija. 
-Vos me la pones así Mia. 
- ¿Te gusta mucho mi cola, no? No paras de tocármela. 
- Si, me vuelve loco al igual que vos. 
- Bueno, si sos nene bueno te la regalo para que me la abras bien. Tengo muchas ganas de sentir tu pija dentro de ella. 
Al oír esas palabras salir de su boca mi corazón aceleró a mil, no podía creer lo atraído que me sentía por esa mujer que horas mas tarde había ingresado al gimnasio como cualquier otra. No podía entender en que punto perdí la cordura y sobre todo en que punto perdí el control de la situación. Era ella la que conducía todo, la que me avanzo , la que me invito a su casa, en fin la que llevaba el control sin darme tiempo a responder a nada, solo debía dejarme fluir y hacerle caso a mis sentidos e instintos. Me agradaba eso, me gustaba, me volvía loco. 
Seguíamos en el porche de aquella casa, desconocida al menos para mi, como dije antes nuestros besos eran profundos, carente de control, húmedos, pero a pesar de la pasión desatado, suaves, muy suaves. Mi lengua saboreaba aquellos labios carnosos, los mordisqueaba con los míos, masajeaba su lengua, sentía la humedad de su boca. Nuestras manos no eran menos, las quite de aquella cola para pasar a sus senos. Los acaricie por encima de la musculosa y al primer contacto con sus pezones, estos de endurecieron y Mia dejo escapar un gemido. Me encanto jugar con ellos, los trataba delicada mente, les di pequeños pellizcos con las yemas de mis dedos, podía ver en su cara cuanto la excitaba esa acción. 
-Mmmmm así, calentame mucho. Ahhhh me estas volviendo loca. 
- ¿Y que tiene eso de malo? 
- Que no respondo de mí, soy capaz de cualquier cosa. 
Decidí doblar la apuesta del riesgo. Con mi mano derecha hice a un lado la musculosa, que a estas alturas estorbaba mi camino, agaché mi cabeza levemente, lo suficiente para acercar mi boca hacia aquel pezón erecto. Libere a mi lengua de la prisión que formaban mis dientes, inicie la delicada tarea de saborear esos apetitosos pechos. ¿Como describir aquel sabor celestial? Carezco de las palabras necesarias, pero aquí voy. Los recorrí íntegramente con mi lengua, besé cada centímetro de ellos, mis besos eran pequeños como picadas de mosquito, introduje uno de ellos en mi boca, los succione como un bebé hambriento y mi lengua acariciaba ese pezón exquisito. No podía detenerme realmente amaba estar haciéndole eso a aquella increíble mujer. Ella no paraba de gemirme al oído y de morder mi oreja. Notaba como perdía los estribos con cada movimiento que realizaba. Puse de inmediato a mi mano izquierda en acción, la deslice lentamente acariciando su pancita, me tome mi tiempo hasta que llegué al destino deseado. Los mimos de mi mano en un principio fueron por encima de su calza, ya de este modo podía notar lo mojada que estaba su concha. Masajeaba su conchita con los dedos índice y mayor, presionaba su calza como queriendo romperla para introducirlos y ella aumentaba la pasión de nuestros besos. Abrí la prenda para colocar mi mano dentro, al tomar contacto con su vagina se empapo completamente con sus jugos lo cual funciono como el lubricante perfecto para mis dedos. Seguía con los masajes en la puerta de concha, la humedad aumentaba y los gemidos de Mía también, por un momento tuve miedo que nos oyeran, claro esta que ese pensamiento duro solo una fracción de segundos y volví a mi tarea. 
-Méteme los deditos por favor, métemelos hasta el fondo y sentí como me pones de loquita. 
Mis dedos se deslizaron en el interior con mucha suavidad, Mía dejo escapar un pequeño grito de placer. Podía sentir el calor que crecía allí dentro, con cada minuto y movimiento estábamos más cerca de perder la poca prudencia que conservábamos. Y así sucedió finalmente... 
-¡No puedo más! ¡No doy más! Quiero esa pija gorda en mi boca, ahora te voy a enloquecer, te la voy a chupar como nadie.
Se puso de rodillas frente a mí, bajo mis pantalones y tomó con sus manos mi pene. Levanto su mirada, la dirigió hacia mí. Nunca antes me miraron de una forma tan sensual, una forma que hacia que mi pija se pusiera durísima y parezca querer explotar. 
-Te voy a practicar el mejor sexo oral de tu vida. Ya vas a ver, bueno mejor dicho ya vas a sentir jejejejeje. 
Diciendo esto se coloco la cabeza en la boca y comenzó a jugar con su lengua. Mantuvo ese juego unos minutos lamiendo mi glande como si se tratará de un helado, con cada lamida sentía un placer totalmente nuevo para mí, me estaba volviendo loco y eso se veía reflejado en mi lenguaje. Siempre fui un hombre muy caballero y educado, pero Mía sacaba el animal que había en mí. 
-Si Mia, así. La chupas como nadie, por favor métetela toda e n esa boquita divina. 
-Hay no se , es muy grande. Ganas me dan, pero no creo poder papi. 
-Que no vas a poder si sos una putita hermosa que pide pija por todos lados. 
-Mmm veo que ya te aflojaste jajaja eso es bueno, te quiero así de loco. 
Ella aceleró el ritmo y cambio sus movimientos. Tomo la base fuertemente entre sus manos y comenzó a devorar mi pene, me di cuenta de que lo estaba intentando. Sus succiones llegaban hasta la mitad de mi miembro y subían, volvía a bajar pero unos milímetro más. De esta manera al cabo de unos cuantos movimientos la había logrado, tenía toda mi verga en su delicada boca. 
-Lo hice, me dan arcadas porque la tenes enorme. ¡Hay como me gusta esta pija! 
- ¿Si, te gusta? Es toda para vos trolita, cada centímetro de ella. 
. Si, me encanta que seas así de liberado. Quiero seguir chupando, mira que venosa la tenes. 
La miraba con cariño y la apretujaba, como queriendo que las venas de mi pene crecieran aún más. La succionaba bien, muy bien, realmente estaba cumpliendo con su palabra de practicarme el mejor sexo oral de mi vida. La humedad de su boca me lubricaba suficiente, comenzó a hacerlo más rápido y más rápido, de una forma frenética. Sentía que podía acabar en cualquier momento. 
-Ayyy así, así. Cométela toda, me la chupas como nadie trolita, creo que voy a acabar. 
-¡No! No me acabes en la boca, no es que me disguste sino que quiero sentir tu lechita caliente dentro mío. 
Se levanto. Me miro a los ojos y me beso de una manera. ¿Qué como describirla? No lo se, apasionada, exaltaba, desenfrenada, pero si se que fue única, que me encanto y que dentro mío hubo un quiebre. Estuvimos así por unos minutos, no queríamos que ese beso terminara. De repente ella freno, alejo su lengua de la mía, y giro dándome su espalda. Se reclino un poco hacia delante y me dijo: 
-Dale amor, métemela un poquito. 
Era la primera vez que utilizaba ese apodo para dirigirse a mí. Me quedé estupefacto por unos segundos. Me di cuenta que el quiebre también se produjo en ella. 
-Dale amor, no me hagas esperar más. 
Diciendo esto se bajo la calza hasta las rodillas, metió un dedo en su vulva y lo movió un ratito. Luego lo quito de allí. 
-Dale, mira lo mojadita que estoy para que me claves con esa pija hermosa. 
Mire ese dedo y no pude evitar hacer dos cosas. Una llevármelo a la boca y saborear sus jugos y la segunda fue tomar mi pene con mis manos para introducirlo en ella. 
-AHHHHHYYYYY, si papi, así. Que rica se siente. 
-Si, mi trolita hermosa. ¿Así te gusta? 
-Si, la tenes hirviendo, por favor no pares. La quiero sentir hasta el fondo. 
Empecé mis embestidas con mucho fervor. Me enloquecía sentir aquella vagina toda humedecida y que dicha humedad haya sido causado por mí y por mi miembro. Rebosaba de sus flujos lo que hacia de la penetración algo mucho más que placentero, algo único y orgásmico como debe ser. Acelere mis movimientos y la profundidad de mi ingenio, lo saque unos centímetro para jugar con mi glande en la entrada de su concha. 
-Ahhhhhh, esa cabezota, como me vuelve loca. ¡Si!, que bueno sos. 
-¿Te gusta así, que te parece si toda la noche la dejo ahí, jugando en la puertita? 
-¡No! Por favor métemela hasta el fondo. 
-Mmmm no se. 
-Ay que malo sos, me encantas, por favor métela mas, métemela hasta el fondo. 
Al mismo tiempo que Mia decía la palabra “fondo”, envié mi pene hasta el fondo de su matriz y con fuerza con mucha fuerza. 
-Si mi vida si, no pares, me encanta como me coges, me coges como nadie. 
Mis embates eran seguros, con decisión. Eso la volvía loca, lo sabía y me trastornaba a mí también. Continuamos por unos minutos embebidos en ese placer muto que nos brindábamos, hasta que lo inevitable llego. 
Mi compañera sexual gritaba cada vez más fuerte como consecuencia de su inminente orgasmo y yo me sacudía más rápido como consecuencia de esos gritos. 
-Ahhhhyy, voy a acabar amor no aguanto más. 
- yo tampoco Mía. Quiero acabar dentro tuyo. 
-Si, hacelo. Quiero sentir como me llenas de leche. 
Así tuvimos nuestro primer orgasmo. Ella al sentir mi semen en su interior tuvo que cerrar la boca y morder sus labios para no despertar a los vecinos con sus alaridos, y yo opte por reclinarme hacia ella y besar su extensa espalda. 
Nos incorporamos y nos abrazamos con ímpetu, a eso prosiguió un beso más de las mismas características que los anteriores. 
Personalmente quería congelar ese momento y atesorarlo por siempre. Sentía que el mundo se detuvo y estallo al mismo tiempo que nosotros estallábamos en un orgasmo especial, de esos que te pierden y que recodas para siempre. 
Subí su calza, ella coloco mi pene en el interior de mis pantalones y nos besamos nuevamente. Me miro, la mire, había cierta electricidad flotando en el aire. 
-Vamos a mi casa. 
-Si, vamos. Quiero más, quiero más de vos. 
-Hay mas, mucho mas. Esto es solo el comienzo , jejeje. 
Y con el sonido de esa risa hermosa y cómplice emprendimos el camino hacia su casa.

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