Un Pete al Rolinga

En esta ocasión me tocó ser más espectadora que otra cosa. Mi trabajo consistió en dos partes, la primera hacerle un pete al chico en cuestión, la segunda, filmar con el celular de camarita VGA como ese chico mantenía relaciones carnales con mi amiga Luciana. 
Recital de Los Piojos en Mar del Plata, la excusa era la presentación de su último disco, presentaron Civilización en el Polideportivo. Tanto Luciana como yo estamos muy enamoradas de Ciro, así que fuimos, solitas las dos, al recital. 
Las puertas se abrieron muy temprano, y como hacía mucho frío nosotras nos metimos. No había demasiada gente aun, todos estábamos sentados, formando pequeños grupos, algunos fumaban, otros cantaban, yo solo estaba sentadita con Luciana a mi lado, hasta que se nos acercó un chico, a quien a partir de ahora llamaré el Rolinga, y nos dijo que estaba solo, nos preguntó si nosotras estábamos solas, le dijimos que era muy fanático para ir solo a un recital, nos dijo que Los Piojos son lo más, en fin, pegamos onda y se quedó con nosotras. 
Él era flaco, de estatura media, y ese odiosos flequillito Stone, llevaba varios colgantes, lo primero que pensé fue, que chico más feo. 
El recital empezó, y como a nadie le interesa que comente eso, solo diré que terminó. 
Salimos los tres y nos comimos un pancho con gaseosa Luciana y yo, y un choripán el Rolinga. De ahí fuimos a tomar cerveza a un bar, tomamos bastante, yo soy de emborracharme fácil, el segundo vaso ya estaba mareada. Él se las ingenió para decirnos que vayamos a un hotel, porque él no vivía en Mar del Plata, era de Berazategui, y había viajado solo para el recital. 
Fuimos a un hotel barato, nos costó cuarenta pesos por persona. La habitación tenía una cama matrimonial y una cucheta. Él eligió la cama de arriba, y Luciana y yo nos acostamos juntas en la matrimonial. Comenzamos a hablar, él desde su cama y nosotras desde la nuestra. Como no podía ser de otra forma empezamos a hablar de sexo, hasta que él dijo que todas las mujeres la chupan igual, y ahí salté yo. 
- No nene, no sabés nada. – le dije. 
- Si a mí me vendan los ojos y me hacen un pete diez mujeres distintas para mi es igual – me dijo. 
Ahí supe lo que estaba por pasar, el Rolinga había dicho eso para que Luciana y yo se la mamáramos, se hizo el vivo y le salió bien. 
- Vendate los ojos – le dije y salí de la cama, Luciana me siguió. 
Ustedes se dirán, esta mina es un gato, pues no, a mí, mi amiga Lorena y consejera sexual siempre me dijo, un beso no se le niega a nadie, y un pete tampoco, dejar que te la metan ya es otra cosa. En la habitación solo estábamos nosotros tres, Luciana y yo nunca le íbamos a contar nada a nadie, y si el Rolinga le iba a contar a alguien, a nosotras nos daba lo mismo, nunca más lo íbamos a ver. 
El chico se desnudó por completo, al parecer hablar de sexo con dos mujeres lo excitaba de sobremanera, ya que su pene estaba completamente erecto. Era un pene normal, de unos 15 o 16 centímetros, con la curvatura hacia arriba. Tenía demasiado vello, y pensé, claro, si es un Rolinga. 
El Rolinga puso música desde su celular, puso el primer disco de Callejeros. Luciana fue la primera en hacerle un pete. Se la mamó unos cinco minutos. Si bien ella siempre comparte conmigo sus experiencias sexuales, esta era la primera vez que la veía en acción. Chupaba muy bien, girando su cuello, acompañando con sus manos al ritmo de su boca, masturbaba el palo del chico, que gemía como un burro recostado en la cama, con sus ojos tapados por la almohada. 
Llegó mi turno. Sin decir nada comencé a succionar la cabeza de su pija, raspándola con toda la carne de mi lengua. Sus piernas se movían, se estremecían, al cabrón le estaba gustando mucho mi chupada, además que ya tendría su pene con mayor sensibilidad debido a la mamada de Luciana. Tengo que reconocer que en determinado momento, ese chico feo me excitó, ya que me encontré a mitad del pete acariciando mi vagina con una de mis manos, masturbándome y gozando de la dureza de ese tronco, al que se le había formado una vena en un costado. Mi mano comenzó a mojarse, no podía creer que estaba teniendo un orgasmo, estaba chupando una pija y acabando con Callejeros de fondo, y eso me excitó aun más. Soy una puta chancha, pensé, soy una perra puta. Me gustó la situación. Hasta ese momento mis experiencias sexuales habían sido distintas, con gente linda, educada, hasta era sexo con glamur. Pero no esa noche, esa noche me convertí en una Rolinguita bien puta y cerda. 
Me decidí a darle un beso negro. Levanté una de sus piernas, y mientras lamía sus bolas peludas y transpiradas, con un olor asqueroso por el calor del recital, estimulé la entrada de su culo, que también era peludo. Luego bajé mi lengua y le chupé el orto hasta que sus gemidos y movimientos por placer le fueron insoportables. 
Su pene latió. Me di cuenta que iba a acabar y me alejé. Él continuó solo haciéndose la paja, desparramando su leche por toda la cama. 
- ¿Y, cual te gustó más? – preguntó Luciana. 
Yo sabía que mi pete lo había vuelto loco, sabía que le había gustado más, y no que habían sido chupadas similares. Mi amiga se la chupó con suavidad, haciendo hincapié en metérsela a la boca y sacarla, le cogió la verga con sus labios. En cambio mi pete fue más bien juguetón, lamía su cabeza, depositaba mi lengua en la base de su pene y subía, como si estuviese lamiendo un chupetín. Pero el Rolinga es terco. 
- Fueron iguales – dijo el mentiroso. 
Nos ofreció filmar un video con el celular. Luciana, que también estaba muy excitada dijo que sí, yo dije que no. No solo porque no iba a ser la protagonista de un video porno, sino también porque un pete está todo bien, abrirte las piernas no. 
- Bueno, filmá vos – sugirió Luciana. 
Tomé el celular y puse la opción de cámara. 
Empezaron a tener sexo de la manera clásica, si mal no me equivocó se llama el misionero. Mi amiga estaba recostada boca arriba, con sus piernas abiertas, dejando disfrutar su hermosa vagina sutilmente depilada. Él se recostó sobre ella, ella sujetó su pene y lo introdujo en su cuerpo. Entró de una, su miembro no era muy grande, y la vagina de Luciana estaba bien mojada, por lo que la penetración no fue un problema. 
El Rolinga bombeaba con brusquedad, con movimientos pausados. Iba hacia atrás y penetraba, quedaba adentro unos segundos y se retiraba, permanecía allí y volvía a atacar. Luego comenzó a moverse con más velocidad. Yo estaba detrás de ellos, es decir, veía los glúteos del chico, veía como sus nalgas se contraían cuando estaba dentro de ella. Sus testículos golpeaban el ano de Luciana, haciendo un chasquido excitador, mi amiga gemía y le decía si papito, así. 
Más tarde cambiaron de posición. Él se recostó y ella no tuvo más remedio que montar su verga. Se sentó dándole la espalda a él, estaba mirándome a mí, mirando a la cámara. Empezó a galopar, elevaba su cola y la bajaba, deslizando el interior de su vagina por todo el tronco, era una penetración profunda, subía, haciendo un semicírculo, hasta que la pija estaba casi fuera, volvía a bajar. 
Era la primera vez que veía en acción a Luciana, me excitan mucho ver a las mujeres cabalgando, son muy sensuales si saber moverse, y mi amiga era una experta en el arte de montar. Su cara de placer era sorprendentemente erótica, mordía sus labios, entrecerraba sus ojos, sacaba su lengua para lamer sus labios. Suspiraba y jadeaba. Yo no resistí y volví a tocarme, acaricié mi clítoris y ella sonrió. Luciana pellizcaba sus pezones. Volvieron a cambiar de posición. 
Ahora era el turno del famoso cuatro patas. Cuando Luciana adoptó esa pose en la cama yo estuve a punto de lanzarme sobre ella para chuparle el culo, si bien ya había visto desnuda a mi amiga y sabía que tenía un cuerpo extraordinario, verla así, con su cola elevada y abierta, esperando por recibir, fue mucho para mí. Tuve que hablar, a pesar de estar filmando con el celular alabé su culo. 
- Te lo chupo todo mi amor – le dije. 
El Rolinga no se entero, penetró el ano de mi amiga. En esta ocasión si gimió, como Lorena dice, una pija en culo, por más chica que sea, es una pija en el culo. Y tenía razón, un pene que vaginalmente no había hecho suspirar a Luciana, por atrás logró hacerla gritar. Él golpeaba el culo de ella, el sonido de sus nalgas retumbaban por toda la habitación. La sujetó de su pelo como si fuese una yegua. 
- Dale, cogeme que me gusta – dijo Luciana – Así, matame, así. 
El chico jadeó, la eyaculación era cuestión de tiempo. Finalmente retiró su miembro del culo, dejándole un círculo abierto perfecto, y esparció la leche por la parte baja de la espalda de Luciana, quien dijo algo así como que le gustaba sentir el calorcito del semen tibio en su piel. 
Él nos prometió que no le mostraría el video a nadie, pero no le creímos. Y a decir verdad, tampoco nos importaba. A la mañana siguiente él volvió a su casa y nosotras a la nuestra a contarle lo sucedido a nuestra amiga Lorena.

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